viernes, 16 de agosto de 2013

DÍA 2

Nuestro segundo día empezó con un correcto desayuno buffet, esquivando la excursión de fin de curso de un instituto asiático, al principio pensabamos que eran los mismos que no paraban de comer al estar uniformados jajaja.
Aprovechamos la cercanía del hotel al Palacio Belvedere, para ir dando un paseo a nuestro primer destino.
Utilizamos la entrada principal del Alto Belvedere (hay dos alto y bajo), una puerta barroca forjada que contiene la "S" y la cruz de los Saboya. Sorteamos un gran estanque y si hubiermos visto que la entradas se vendían a la izquierda nos habríamos ahorrado darle toda la vuelta al palacio.

Compramos la entrada sólo del alto Belvedere. En el mismo pudimos ver: la sala Terrena con sus cuatro fortachones aguantando la bóveda de la sala; la colección de klint, incluido "el beso" (tenemos la réplica en casa pintada por una amiga) y la que bautizamos como "lo que viene después del beso" jaja...; pintura impresionista como "la llanura de Auvers" de Van Gogh; las esculturas de "gesto deliberado", un montón de bustos haciendo muecas y una coqueta capilla.
Al salir del edificio ya apretaba la calor y el trayecto del Alto al Bajo Belvedere aunque precioso, transcurre sin sombra alguna. Una sucesión de estanques, fuentes, dos espectaculares con forma de cascada forman parte de un  cuidado jardín que conecta un palacio con otro.

 En el transcurso del paseo un padre de una familia se dirigió a mí diciendo "que pedazo de equipo estamos haciendo", un sevillista óptimista no como el sujeto con camiseta bética que encontré pocos días después en Praga que comentó con estupor que no podía creer que hasta allí encontrara al enemigo jaja.
Salimos por el lado del Bajo Belvedere hacia una cúpula que vimos a lo lejos, se trataba de una Iglesia salesiana, pero a pesar de estar en hora de apertura se encontraba cerrada. Subiendo la avenida de forma paralela al muro del palacio encontramos uno de los supermercados Billa, ¡que venden cerveza fríaaaaaaaaa!.
Nos tomamos el refrigerio en la plaza Schwarzenberg, contemplando el monumento al ejercito rojo, y una gran fuente a la que nos acercamos para mojarnos un poco.
Saliendo en dirección a la embajada francesa, edificio de Art Nouveau, encontramos mi Iglesia favorita de Viena y no sé si casi de todas las que he visto. San Carlos Borromeo. Su exterior es muy original, con dos grandes columnas inspiradas en la de Trajano de Roma que flanquean su inmensa cúpula. En el interior nos aguardaba una genuina sorpresa,un ascensor ( y una escalerilla hasta la claraboya ) nos subió para ver de cerca los frescos de la cúpula, excepcionales. También destacan su púlpito y el altar mayor de este templo construido como promesa imperial por el fin de la peste.




la fachada principal de San Carlos da a una plaza del mismo nombre que alberga un estanque con una estatua denominada "los arcos de la colina" de H. Moore y jardines por dentro; y el museo histórico, la Universidad técnica, el propio templo y los pabellones símbolos del metro de la ciudad (1899) en los francos.

Continuamos caminando hasta uno de los grandes símbolos de la ciudad, el elegante teatro de la ópera. Realizamos una visita guiada en español, se hacen grupos en diferentes idiomas y me resultó curioso que el grupo más numeroso fuera en castellano. Dura unos 45 minutos, cuesta unos 6 € y hay uno cada hora en punto hasta el cierre. Mientras esperábamos Mª José posó con diferentes vestidos de época demostrando que es toda una Reina. Nos encantó, especialmente la gran escalinata de mármol, su elegante y a la vez sobrio auditorio en el que uno se puede imaginar el espectáculo de alguna de las famosas óperas o vals de los grandes compositores austriacos: Mozart, Strauss...



Ya era hora de comer y decidimos ir hasta la kohlmark para repetir el bar del día anterior. De allí, fuimos hasta la Iglesia Votiva de estilo neogótico. estaba en obras tanto por fuera como por dentro sin embargo, estaba abierta al público y rodeándola encontramos un lado libre para la foto. Por último, nos acercamos al nuevo ayuntamiento y se volvió a repetir la misma historia. Un edificio espectacular, pero ensombrecido esta vez por un festival de cine con una gran pantalla justo delante de la fachada. Se asemejaba a la gran plaza de Bruselas pero con mucho menos historia. Así, decidimos poner fin a la tarde, cogimos el tranvía nº1 de vuelta al hotel en busca de una buena "siesta" para más tarde ver iluminada la ciudad. 


Ya de noche, cogimos el metro hacia la catedral y de allí andando hacia el parlamento, de estilo clásico y con una hermosa fuente con la diosa 
Atenea en lo más alto, que se encontraba felizmente iluminado. Tranvía 1 y a descansar.

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